NARCISO Y GOLDMUNDO

CAPITULO IV
[…] en ti Goldmundo, el espíritu y la naturaleza, la conciencia y el mundo de los ensueños se hallan muy distanciados. Has olvidado tu infancia, y ella desde el hondo de tu alma te solicita. Y te hará sufrir hasta que le prestes oído.
Así es –Prosiguió Narciso- Las naturalezas de tu tipo, los que tienen sentidos fuertes y finos, los iluminados, los soñadores, poetas, amantes, son, casi siempre, superiores a nosotros, los hombres de cabeza. Vuestra raíz es maternal. Vivís de modo pleno, poseéis la fuerza del amor y de la intuición. Nosotros, los hombres de intelecto, aunque a menudo parecemos conduciros y regiros, no vivimos plenamente sino de modo seco y descarnado. Es vuestra, la plenitud de la vida, el jugo de los frutos, el jardín del amor, la maravillosa región del arte. Vuestra patria es la tierra y la nuestra la idea. El peligro que os acecha es el de ahogaros en el mundo sensual; a nosotros nos amenaza el de asfixiarnos en un recinto sin aire. Tú eres artista y yo pensador. Tú duermes en el regazo de la madre y yo velo en el desierto. Para mi brilla el sol y para ti la luna y las estrellas; tu sueñas con muchachas y yo con mancebos…
CAPITULO V
[…]Goldmundo: -¿Cómo consigues, una y otra vez, decirme palabras y hacerme preguntas que me alumbraban por dentro y que me esclarecen mi propio ser?
¿Cómo lo consigues? Parece que todo lo supieras. Me has dicho sobre ti y sobre mi muchas cosas que en el momento de oírlas no comprendí de modo cabal, y que luego me fueron de gran importancia. Tú fuiste quien califico de materna a la raíz de mi naturaleza, y has descubierto que me encontraba bajo el efecto de un hechizo y que había olvidado mi infancia. ¿De dónde te viene ese don de conocer tan bien a los hombres? ¿No podría yo adquirirlo?
Narciso, meneo, sonriéndose, la cabeza: -No, querido, no puedes. Hombres hay que pueden aprender muchas cosas, pero tú no eres de esos. Jamás serás de los que todo lo aprenden. ¿Y para qué? No lo necesitas. Posees otras dotes. Posees más dotes que yo; eres más rico que yo, y también más débil, tu camino será más hermoso y más difícil que el mío.

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