¿Es necesario la mostración de cuerpos sugerentes, senos de distintos tipos y tamaños, piernas escabrosas, labios sugerentes, make up desmedido, pestañas postizas, portaligas, plumas y medias de red? Sí, yo creo que sí.
Es este mundo de mujeres pulposas, artistas norteamericanas, que no hacen dieta, que son más bien rellenitas, que degluten comida chatarra, comida de transito en los cafés de carreteras y hoteles, que fuman y beben alcohol a no más poder, que ríen, que lloran, que cantan, que actúan, que en sus performance se mofan de su propia femineidad mientras realizan un striptease es la excusa para este tour que inicia un aparente fracasado productor de espectáculos con un show que para él promete mucho. Mientras van ocurriéndole situaciones que lo sitúan frente a un espejo en el que no desea verse reflejado. El encuentro con sus ex colaboradores, devenidos en productores exitosos que lo menosprecian, ex amantes que lo ayudaron en su carrera, dos hijos que apenas conoce pero con los cuales cumple el deber de padre son sucesos que lo alteran pero que finalmente solo le recuerdan su lugar en el mundo.
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