Con esa intensidad que sólo tienen las palabras escritas, traté de convencerle de que su alma no era vana, más bien era pródiga, incesante de inquietud y abundante en sensibilidad.
No era ella alguien fútil, inexperta, sino más bien agobiada, aterrada, desvalorizada.
De inventarse mundo, ella viviría en él como aguerrida paloma. Vieja hechicera de eras aciagas ha trascendido su espíritu.
¿Para qué? ¿Con qué fin descienden las animas a un universo que le es incompleto a su placer; donde sólo relucen anhelos que fatigan la aquiescencia.
¿A subvención de que seres psicóticos existimos, lumbre?-Le dije-Despreocupáis.-
-Se mansa-Le manifesté. No obstante note al instante la ridiculez que le solicitaba.
El brío de sus ojos chispeantes leyeron lo escrito por un inescrupuloso como yo, que le mentía estúpidamente, cínicamente.
Como concentrar la mirada en alguien tan hostil y brillante a la vez. Alguien desposeída de toda moral, abandonada a los baladíes caprichos femeninos, a las consecuencias psíquicas de quien no obtiene atención y ansia la misma así sin más.
Menem, farsa y tragedia
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Análisis de la serie *Menem, el show del presidente* (Ariel Winograd, Prime
Video, 2025), a cargo de Oscar Cuervo, en conversación con Maximiliano
Diomed...
Hace 2 semanas
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